Reforzar los servicios de salud y psicopedagógicos actuales para ofrecer asistencia, atención y orientación, de forma presencial, telefónica o virtual, coordinando todas las iniciativas en cuanto a salud mental, sexual y afectivo-sexual, consumo de drogas, o dependencia al juego o a las redes sociales.
Promover que no haya más de 8 horas de diferencia entre el inicio y el final de las clases para cada docente en el mismo día, salvo que sea una demanda de la propia persona interesada (por ejemplo, en el caso del profesorado asociado para hacer compatible la docencia con su actividad profesional).
Aumentar y mejorar las acciones de difusión para el cuidado de la salud mental: charlas, talleres, programas, actividades, recursos online, etc., destinados a potenciar el bienestar y reducir el estrés.
Crear espacios seguros de escucha activa en todos los centros académicos a través de un programa de aprendizaje servicio.
Establecer medidas concretas de conciliación para las y los estudiantes en situaciones especiales, como los deportistas de alto nivel o representantes estudiantiles, entre otros.
Poner en marcha un teléfono de atención psicológica de emergencia con especial atención a la prevención del suicidio.
Establecer medidas concretas de conciliación para situaciones de carácter temporal como la lactancia materna. Reservar espacios en los centros y servicios a tal efecto.
Potenciar la clínica psicológica con becas propias para estudiantado que pueda abordar el reto de la salud mental.
Poner en marcha formación práctica basada en el aprendizaje-servicio en el ámbito de la conciliación familiar, especialmente en titulaciones relacionadas con la educación.