Un factor de importancia que hay que tener en cuenta a la hora de evaluar la prestación de servicios de las universidades es la calidad del entorno en el que se lleva a cabo el proceso de enseñanza aprendizaje y la generación de conocimiento, los espacios de trabajo e instalaciones. Estos no se limitan únicamente a las aulas o laboratorios, sino que incluyen todos aquellos espacios que contribuyen al desarrollo integral de las funciones encomendadas a la universidad. Nos marcamos como objetivo de esta candidatura la mejora de las condiciones de habitabilidad y trabajo de los espacios e instalaciones de la UGR, desarrollando en los próximos años un plan de infraestructuras y equipamiento científico que atienda las necesidades de espacios por campus y centros, así como la mejora y adecuación del equipamiento científico. Son varias las necesidades de infraestructuras acuciantes que es preciso acometer en los próximos años, como la ampliación del edificio principal del campus de Melilla y la finalización y equipamiento del pabellón deportivo en ese mismo campus; el nuevo edificio de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías de Informática y de Telecomunicación en el campus de Aynadamar; la construcción del edificio de la Facultad de Odontología en el PTS; la construcción de un aulario en el campus de Cartuja; la construcción de un edificio polivalente de investigación y la rehabilitación de la piscina en el campus de Fuentenueva; la rehabilitación de edificios y reorganización de espacios en el campus Centro, o el desarrollo del plan director y dotación progresiva de espacios en la Azucarera.
Junto a estas medidas de desarrollo de infraestructuras y equipamiento científico, también será necesario adaptar los espacios disponibles a las nuevas tendencias docentes y a nuevas estructuras de gestión, para lo cual nos comprometemos a la flexibilización de los espacios para la enseñanza y el aprendizaje (por ejemplo, creando “hiperaulas”) y al aumento de espacios comunes de uso libre para el trabajo colaborativo y la innovación como las zonas de coworking por centros.
Por otro lado, en un mundo cada vez más consciente del impacto negativo derivado del cambio climático, la sostenibilidad se ha convertido en un tema crucial en todas las áreas de la sociedad, incluyendo el desarrollo de las universidades. Creemos firmemente que las instituciones de educación superior juegan un papel clave en la promoción de prácticas sostenibles y en la contribución a los objetivos de desarrollo sostenible. Si bien en los últimos años desde la UGR se han dado pasos significativos en este sentido, nuestra intención es seguir avanzando de una manera decidida hacia la sostenibilidad de los campus a través de la definición de una estrategia de reducción del impacto ambiental de la UGR y de la huella ecológica global de la institución, la apuesta por la movilidad sostenible, la mejora de la eficiencia energética y la puesta en valor del patrimonio verde de la UGR. Y todo ello para ir dando pasos hacia una reducción de las emisiones, en el marco del régimen voluntario del Sistema Andaluz de Compensación (SACE) creado por la Ley 8/2018, de medidas frente al cambio climático y para la transición hacia un nuevo modelo energético en Andalucía. Llevaremos a cabo una serie de auditorías por campus que nos permitirá conocer dónde se producen las mayores emisiones. La adhesión al SACE conlleva importantes ventajas para la universidad, entre ellas: el establecimiento de medidas que permitan reducir emisiones, con el consiguiente ahorro económico y reducción de impactos ambientales, así como la mejora de la imagen de la institución, que debe ser ejemplo y motor ante la sociedad de la necesidad de actuar para luchar contra el cambio climático.